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El reencuentro de una familia gracias a ViveBerlín, Cooperativa de Guías en Berlín, y su huella en las Piedras del Tropiezo

Algo que disfruto especialmente de Berlín y de mi trabajo de guía es que las historias que relato son historias de personas que podrías encontrarte en la calle y no algo abstracto o lejano. Aquí en Berlín a veces la historia te toca y conmueve de forma inmediata. Es lo que me pasó hace unos años atrás, cuando conocí durante una visita a un grupo de viajeros muy especial con los que viví una historia que cambió nuestras vidas, que ha quedado registrada en la prensa internacional y que relato a continuación.

 
BUSCANDO TUS RAÍCES

Mauricio, Magda, Julio y Edith llegaron hasta ViveBerlín para hacer junto a nosotros el Tour del Tercer Reich. Una vez concluida la visita iniciamos una conversación sobre el enfoque que le dábamos a nuestros tours por Berlín. Les había llamado la atención la apuesta por ir a lugares diferentes y la manera de enfocar los temas que tratábamos con una mirada crítica y si se quiere empática. En esta visita guiada en particular en aquello relacionado con el nacionalsocialismo y la manera en que sometieron con brutalidad a minorías de todo tipo, sobre todo a la judía.

Al hilo de la conversación Mauricio decidió contarme que sus abuelos habían muerto en Berlín el año 1938 durante el incendio de su casa en la infame noche de los cristales rotos. De aquella tragedia familiar tan solo tenía los nombres de los abuelos (a quienes nunca conoció), la fecha y una dirección. El era el hijo de sobrevivientes de la Shoa y  visitaba por vez primera la ciudad en la que su madre había pasado su infancia y sus abuelos habían perdido la vida.

En ese momento para mí se estableció un lazo especial.
Se me había confiado una información íntima. Además quedaba claro que estos cuatro clientes no eran solamente turistas, sino tres personas que acompañaban a la cuarta a buscar una parte de sus raíces.

 
CÓMO DARLE SENTIDO A UNA VISITA

Anoté los datos de los abuelos y en la noche al volver a casa me senté a investigar en las bases de datos disponibles hasta altas horas de la madrugada. Al día siguiente los cuatro fueron con nosotros a la visita al Antiguo Campo de Concentración de Sachsenhausen. 

Antes de empezar la visita les pude contar que había encontrado el nombre del abuelo en la lista de jefes de familia de Berlín de 1938, pero no en la lista de víctimas de la noche de los cristales rotos. Lo que sí había podido confirmar fue el incendio del edificio en el que vivían, la noche del 9 de Noviembre. Fue un momento intenso para todos. De pronto lo que había sido un relato familiar difuso se comenzaba a transformar en datos, lugares y documentos.

La noche siguiente seguí investigando; creía posible poder averiguar cual había sido el destino de estas dos personas que los nazis habían perseguido por el solo hecho de practicar una fe. Al día siguiente el grupo nos acompañó al paseo de Potsdam. Antes de salir les pude mostrar el nombre del abuelo, en las listas de Jefes de Familia de 1939 y 1940. Era la prueba administrativa de que los abuelos, o al menos el abuelo, no habría muerto en 1938.

 

El último día de su estadía en Berlín el grupo pasaron a despedirse por nuestro punto de encuentro en la Potsdamer Platz 10. Allí les pregunté si querían que los acompañase al lugar en el que se había encontrado la casa de los abuelos, que era donde la mamá de Mauricio había pasado su infancia. Yo sabía que en el lugar se había instalado en los años 90 una placa conmemorativa. Nos acercamos y fue un momento de una carga emocional tremenda. La placa recordatoria incluía una fotografía del interior de la sinagoga durante una ceremonia y Mauricio reconoció a su abuela en la foto.

Hablamos un momento y pregunté si les parecía una buena idea instalar unas Stolpersteine  (piedras del tropiezo) en honor a los abuelos. Aún no sabíamos su destino, pero esta había sido su última dirección voluntaria en Berlín. Mauricio espontáneamente dio su aprobación y así comenzó a desarrollarse un nuevo proyecto que nos acompañaría por unos años.


LAS STOLPERSTEINE (PIEDRAS DEL TROPIEZO)

El grupo dejó Berlín y yo me encargué de ponerlos en la lista de espera de las Stolpersteine estableciendo contacto con la iniciativa local a cargo de su instalación.

Sin embargo, me quedaba la duda de cuál había sido el destino definitivo de estas personas. Seguí investigando y encontré que el abuelo, David, había estado en el campo de concentración Sachsenhausen a unos kilómetros de Berlín de allí había sido trasladado al Campo de Concentración de Dachau para ser asesinado finalmente en el Campo de Concentración de Buchenwald cerca a Weimar. 

Marja, la abuela, probablemente murió en Auschwitz (digo probablemente porque en su caso no hay una certeza definitiva, sino tan solo indicios).  

El 8 de Septiembre de 2017 los descendientes de Marja y David, provenientes de 3 continentes distintos se encontraron (algunos por primera vez) en la Kleine Auguststr 10. En este lugar habían vivido los padres, abuelos y bisabuelos de este grupo de argentinos, israelíes e ingleses. 

Gunter Demning (el artista que concibió la idea de poner estos pequeños memoriales en las calles y que es quien está a cargo aún de instalarlos)  puso en la acera delante del lugar en el que se encontraba la sinagoga en la que David había ejercido de cantor, dos piedras para quienes fueron asesinados por el nacionalsocialismo y 4 para sus hijos que salieron de Alemania en 4 direcciones distintas. Además de conmemorar a quienes habían muerto asesinados por el nazismo, la idea era celebrar a quienes habían sobrevivido.

LA CEREMONIA QUE CAMBIÓ BERLÍN

Entre quienes estaban en el grupo de familiares se encontraba uno de los niños de ese entonces. Un hombre de 90 años, probablemente uno de los últimos judíos que hizo la Bar Mitzva en Berlín, había vuelto al lugar de su infancia, había retornado a la ciudad de la que había huido, estaba parado en la calle en la que había visto arder su casa, había visto cómo los bomberos miraban el incendio pasivos porque lo que ardía era propiedad judía, había sentido el miedo de sus padres. Una de las piedras lleva su nombre.

Isi, que es como le llaman cariñosamente los suyos, había abandonado Berlín de manera clandestina hacia Palestina, donde hoy vive con sus hijos y nietos, casi 3 años después de la tragedia. Ese día él nos contó en primera persona su historia y la tragedia con la que comenzó su adolescencia. Ese día él pudo pronunciar el Kadish, la oración judía para los difuntos, para sus padres.

Antes de empezar la ceremonia me acerqué a hablarle y presentarme, lo hice en inglés y uno de sus nietos tradujo al hebreo. El me sonrió y me dijo: «Sie können mit mir gerne auf Deutsch reden,  Ich habe sehr lange diese Sprache nicht gesprochen, aber wir können es so machen» que traducido significa: «Usted puede hablar en alemán conmigo, no he hablado esta lengua por décadas, pero lo podemos hacer de esa manera». Para mí como nieto de la generación alemana responsable del Holocausto fue un momento conmovedor.

Durante la ceremonia de instalación de las Stolpersteine para la familia. en la que se habló hebreo, alemán y castellano, Isi dijo: «No estoy aquí para cerrar un ciclo, sino para poner un eslabón más en una cadena». Una frase que adopté para describir lo que creo que es nuestra tarea como embajadores de Berlín. 

Creo, personalmente, que en este oficio (el de guía) tienes que buscar cambiar la experiencia de quienes te acompañan, pero también tienes que estar abierto a que los clientes te cambien. Se trata de un camino de dos vías. 

Esta filosofía que es personal, pero que también hemos llevado a nuestra Cooperativa, dio pie a esta historia, una de las cosas más hermosas que me han sucedido, como guía y como ser humano. Tuve la oportunidad de conocer personas maravillosas, que se han hecho amigas y a las que ahora siento parte de mi historia. Por otra parte, como empresa hemos tenido la suerte de poder mostrar en que consiste nuestra tarea y realizar en alguna medida nuestra promesa: mantener viva la historia de nuestra ciudad y no sólo eso, sino además poner un grano de arena para que se produzca el milagro de la reconciliación.

Blas Urioste
Guía y Director 
Vive Berlín Tours

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